Mi naturaleza busca el efecto inmediato. Son de carne y me duele y atormenta el dolor y la enfermedad. Mis sentidos reclaman salud y sin ellos mi vida pierde calidad y bienestar. Quiero, Señor, que me cures y vivir saludablemente. Sé que Tú lo sabes, porque me conoces y me entiendes, pero, Tú buscas otra cosa en mí, quieres enseñarme a ser generoso, a compartir y a darme a los demás, incluso a pesar del dolor y el sufrimiento. Porque, sólo dándose y sufriendo por el otro, expresamos realmente nuestro amor.
Y no porque sólo lo digan tus Palabras, sino porque lo atestiguan tus obras y hechos. Tú te has entregado en Cuerpo y Alma a cada uno de nosotros. Y lo haces cada día de nuestra existencia, pero lo has hecho hasta el extremo de dar tu Vida en la Cruz como pago por nuestra salvación. Nos has demostrado que sólo con amor se pueden salvar los hombres. Un amor como el tuyo, hasta el extremo de entregar nuestro vida.
Ese es tu mensaje y lo que quiere enseñarnos. Indudablemente, nos cura y nos sana para que vemos tu poder. No buscas gloria en eso, ni tampoco fama ni populismo. Incluso te escondes y mandas a callar a los espíritu inmundos que expulsas. Simplemente, quieres que la gente se dé cuenta de que eres el Mesías prometido, el Hijo de Dios hecho Hombre, y que has venido para salvarnos, no de una forma temporal, sino para toda la eternidad.
Por tanto, Señor, te pedimos que nos des esa sabiduría, la de darnos cuenta de lo que nos dices con y en tu Palabra. Ilumina nuestras almas y fortalece nuestros cuerpos, para que sepamos soportar las mortificaciones y las herida de nuestras diarias batallas contra los espíritus inmundo que quieren arrastrarnos y alejarnos de Ti. Y apoyarnos en la esperanza, confiados y fortalecidos por la fe, de la Vida Eterna.
Danos, Señor, la paciencia, la mansedumbre, la Caridad, el gozo, la paz, la longanimidad, y todos los frutos del Espíritu Santo para, con y en ellos perseverar y servir a los demás como Tú nos mandas. Amén.
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