Sometidos a nuestra condición humana, nuestra naturaleza está tentada a esconderse en las apariencias e hipocresías. Se trata de una lucha constante y sin cuartel. Una lucha irreversible de resistirnos a mostrarnos tal y como somos y tratar de aparentar escondiendo nuestras debilidades y pecados. Tratemos de presentarnos tal y como somos y como Dios nos ha creado. No como nosotros queremos ser, pero si esforzándonos en ser como Dios quiere que seamos.
Ese es el camino a seguir, camino de irnos perfeccionando cada día con y por la acción del Espíritu Santo hacia lo que Jesús, el Hijo de Dios vivo, nos propone en el Evangelio. Hoy nos invita a no esconder nuestras apetencias, nuestras malas intenciones y, mostrándonos lo que no somos, aparentar ser otros. Es decir, escondiéndonos en la hipocresía. Pidamos al Señor que, abriéndonos a la acción del Espíritu Santo, podamos ir limpiando toda esa basura interior que nos corroe y nos impide ser santos.
Danos, Señor, un corazón limpio para que seamos capaces de despojarnos de todos esos apegos y apetitos concupiscentes que nos condicionan y nos someten inclinándonos a la hipocresía y llenándonos de apariencias y de lo que verdaderamente no somos. Danos, Señor, la fortaleza y la sabiduría de aceptarnos tal y como Tú nos has creado y reconocernos pobres y pecadores para, limpiando nuestras hipocresías, encontrarnos contigo, Señor y vomitar toda esa basura que nos corroe por dentro.
Danos, Señor, tu Gracia para superar todas esas tentaciones de aparentar lo que no somos. Reconocemos, Señor, nuestra pobreza y nuestra condición pecadora y te pedimos que nos liberes de nuestras inclinaciones de apariencia. Amén.