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Es promesa de Jesús, y su Palabra siempre tiene cumplimiento. De modo que, veremos cosas mayores. Y, de hecho, las estamos viendo, porque, ¿no es un milagro nuestra comunidad bloguera? ¿No es un milagro que nuestra fe se sostenga día tras día? ¿Y no es un milagro que la Iglesia siga firme y presente en el mundo pese a las persecuciones de todos los tiempos y de los actuales?
Lo que debe importarnos es responder a esa llamada de Jesús como lo hizo Natanael. ¿Somos nosotros personas sin dobleces, sin segundas intenciones? ¿Somos personas de las que se puede fiar otro? ¿Somos personas sinceras, transparentes y cargadas de buenas intenciones y limpio corazón? Porque para responder al Señor necesitamos tener un corazón de esa magnitud.
Por eso, y por muchas más cosas, Señor, te pedimos que nos transformes y nos des un corazón como el de Natanael, cargado de buenas intenciones y de honradez. Un corazón capaz de abrirse a la verdad y rendirse ante lo justo y verdadero. Un corazón capaz de descubrirse y proclamar: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».
Danos, Señor, la Gracia de poder proclamar tu Palabra y confesarte como el Hijo de Dios a todos los hombres que caminan en nuestra vida. Abre mi vida a la verdad y justicia, para que transmita verdad y justicia y transparente tu Palabra, Señor, para que todos los hombres te conozcan como el Hijo de Dios Vivo. Amén.
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