Llena mi corazón, Señor, de frutos de amor, porque así, de esa manera, lo que saldrá por mi boca será la Verdad de tus Palabras y los frutos de tu Amor. Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos la llama de tu Amor, envíanos Señor tu Espíritu y nuestros corazones serán transformados, convertidos en corazones nuevos y capaces de defender la verdad por encima de todo, incluso en riesgo de nuestra propia vida.
Ese es el Fuego que Tú, Señor, has venido a prender. El Fuego de la Verdad, de la Justicia y de la Paz. Un fuego que nos trae luchas, amenazas, persecuciones y tempestades que ponen en peligro nuestras vidas. Pero que, a pesar de esos riesgos y contrariedades, contigo, Señor, nos fortalecemos para superarlas y para, en lo más profundo de nuestro ser, encontrar el gozo y la paz de hacer tu Voluntad.
Tú has pasado por eso, y hoy, en el Evangelio, nos lo dices: «He venido a encender fuego en el mundo, ¡y cómo querría que ya estuviera ardiendo! Tengo que pasar por una terrible prueba ¡y cómo he de sufrir hasta que haya terminado!»
Es el camino de nuestra propia cruz; es el grano de trigo que muere; es la renuncia a ganar la vida de este mundo; es el darse y entregarse al servicio de los demás, incluso de los enemigos. Es tomar tu cruz y seguir al Señor. Por eso, te pedimos Padre del Cielo que nos llenes de fortaleza, de valor y de fe, para seguirte a pesar de todas esas molestias, contrariedades y luchas por la que hemos de pasar cada día.
Danos la sabiduría y la luz para saber en todo momento superarnos y llenarnos de paciencia ante las adversidades de cada día, y para que siempre pongamos como prioridad el esfuerzo de seguirte y hacer tu Voluntad. Amén.
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