Estamos en un mundo peligroso y lleno de trampas. No es fácil escapar a ellas. Ayer, domingo, el Señor nos lo decía: No corras a curar la herida del cínico, pues no tienen cura, es brote de mala planta (Si 3,17-18.20.28-29).
Abundan muchos peligros y cínicos cuyo territorio está en el mundo y en él tienen puestos sus ojos. Y actuan para arrastrarte a ti también y contagiarte de esa actitud cínica y perversa. Por eso, más que nunca, los creyentes tenemos que apoyarnos y caminar unidos para preservarnos de esos peligros. Pero, sobre todo, permanecer injertado en el Señor, tal y como el sarmiento a la vid.
Por eso, Señor, nuestra oración de hoy va dirigida a pedirte fortaleza, sabiduría y paz para enfrentarnos con todos esos peligros y espíritu inmundos que polulan por nuestros pueblos y ambientes tratando de alejarnos de Ti. No dejes nunca de sorprendernos y asombrarnos con tu Palabra. Danos esa sabiduría, como Tú, Señor, tenías al proclamar la Palabra. Danos esa confianza, como Tú mostrabas, al estar seguro y confiado del Amor del Padre.
Señor, como decía Pablo en 1Co 2, 1-5, Me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. Así, Señor, queremos actuar nosotros, apoyados en tu Palabra y en tu Sabiduría.
Humildemente te pedimos, Señor, que nos salve de todos esos peligros y nos des la fortaleza y capacidad de, apoyados y confiados en tu Palabra, podamos admirar, en tu Nombre y para tu Gloria, a todos los hombres que nos escuchen y crean que Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida. Amén.
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