Mi intención y mi propósito es estar entre tus elegidos, Señor. Eso es lo que quiero. Lo he descubierto muy temprano en mi vida, pero también he fallado mucho y te he marginado también mucho. Por eso temo que, a la hora de la verdad, puedas no reconocerme como hijo. No por tu infinito Amor, demostrado al entregar tu propia Vida, sino por mi desidia, mis egoísmos y pecados.
Tengo miedo de llevarme una sorpresa. Tengo miedo de estar entre los primeros para luego ser de los últimos y rechazado de tu presencia. Si, Padre, tengo mucho miedo. Uno de los dones del Espíritu Santo es el santo "temor de Dios", y te lo pido con insistencia, porque el experimentarlo me sostiene en tu presencia y me da fuerzas para perseverar. Porque soy débil y ante las tentaciones y jugarretas del Maligno estoy perdido. Sé que contigo estoy salvado, pero, vuelvo a decirlo, tengo miedo de fallar.
Por eso, Padre, cada día me agarro a Ti por medio de la oración. Ahora comprendo por qué el Papa Francisco pide que recen por él. ¡Pues si él lo hace!, ¿qué tendría que hacer yo? Yo lo hago todos los días. Confieso que, no porque él lo haya dicho, sino porque en una oración que llevo seis años y algunos meses rezando, se pide por el Papa y también por los obispos.
Aprovecho esta ocasión para pedir que también recen por mí. Porque todos lo necesitamos. También en mis oraciones están todos ustedes de alguna manera presentes. Porque, si consideramos y creemos que Dios es nuestro Padre, todo lo que pidamos, aunque sea para nosotros, Él lo hace extensivo para todos. A pesar de todo eso, será siempre bueno pedir por todos los blogueros, los que nos leemos y comentamos; los que escribimos y reflexionamos; los que no estamos sino poco tiempo, porque nos falta; por los que piden y están enfermos. Hagamos el esfuerzo de hacerlos presentes en nuestras oraciones. Esa es la comunión de los santos y uno de los esfuerzos de tomar el camino de la puerta estrecha.
Gracias te damos, Señor, por todos lo que hemos recibido de Ti, y lo que recibimos en este preciso momento. Haz que comprendamos que todo lo que Tú permites que suceda en nuestras vidas será transformado, por tu Misericordia, en Gracia de salvación. Amén.
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