Cuando te propones compartir tienes que buscar con quien o quienes. Eso te lleva a vivir con otros, pues compartir es "partir con". Descubrimos entonces que es lo mismo que amar, pues para amar necesitas buscar a los amados, y eso también requiere otros, donde tú puedas hacer vida tu amor en servicio y entrega disponible. De una manera u otra, tanto el compartir como el amar te conducen a descubrir la comunidad.
Jesús nos ha creado y amado para que nosotros, en la comunidad, también amemos y por el amor nos parezcamos al Señor. Esa es nuestra semejanza: "El Amor", pero un amor puro, desprendido, servicial y gratuito. Y eso no sólo no es fácil, sino que imposible para nosotros solos. Porque siempre lo mancharemos buscando nuestro egoísmo, nuestro interés o tranquilidad de conciencia. Nunca lo haremos de una forma tan desinteresada y escondida que nadie se entere. No resistimos que sepan que somos buenos.
La pureza de nuestro amor necesita la asistencia del Espíritu Santo y la Gracia de nuestro Padre Dios. Y sólo, injertado en el Señor Jesús seremos capaces, por la Gracia recibida en el Bautismo, de vencernos y amar al único estilo verdadero: el de nuestro Señor Jesús.
Padre Bueno, por los méritos de tu único y verdadero Hijo Jesús, danos la Gracia de ser capaces de amar como Él nos amó.
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