Hoy, más que nunca, se habla de libertad, pero también, quizás más que nunca, se vulnera esa libertad porque el hombre quizás es más esclavo ahora que antes. Posiblemente las diferencias estriben en que antes esa forma de esclavitud estaba integrada en la cultura, y ya muchos nacían esclavos, pero hoy, siendo todos libres, esa libertad es aparente y se disfraza de muchas formas.
No tienen libertad los niños que viven en el seno de sus madres. Otras y otros hablan y deciden por ellos; no tienen libertad los que son sobornados por las influencias y privilegios; no tienen libertad aquellos que se ven agredidos por los más fuertes y amenazados de sacar a la luz sus pensamientos. No tienen libertad muchos que deciden un estilo de vida según Jesús y que son perseguidos hasta la muerte.
La libertad es sólo una forma de hablar pero una apariencia e hipocresía en la realidad. La libertad que busca el bien común no se vive en esa dimensión sino en la línea de hacer cada cual lo que quiera. Y eso es libertinaje más que libertad. Pero hay otras formas de estar esclavizados y, por tanto, privados de libertad, tal es los apegos y adicciones a las drogas, a los vicios, a las pasiones...etc.
La enfermedad nos impide movernos o hacer una vida normal, pero nunca nos quita la libertad. Hay otras cosas que si nos la quitan como ya hemos descrito anteriormente. Por eso Jesús descubre lo más importante, los pecados, y es eso lo que se dispone perdonar, porque es a eso a lo que ha venido. Lo otro, la enfermedad, no mata porque un día tendrá que llegar para empezar la verdadera vida.
Pero si está manchada por el pecado, sí puede quedar muerta para siempre. Pidamos pues al Señor que nos perdone nuestro pecados porque son esos los que nos enferman de verdad.
Pero si está manchada por el pecado, sí puede quedar muerta para siempre. Pidamos pues al Señor que nos perdone nuestro pecados porque son esos los que nos enferman de verdad.
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