Lo tienes claro y lo sabes, e incluso tratas de aplicarlo a tu vida: "Las personas son lo primero", pero luego, bajado a la vivencia de cada día experimentas que fallas, que tu humanidad egoísta te traiciona. Entonces te das cuenta que sin Él, el Señor, nada puedes, y lo necesitas vitalmente para poder vencerte y olvidarte de ti.
Experimentas sentirte encadenado, esclavizado y no poder liberarte de tu egoísmo. Tú te sientes primero y después, los otros. Tomas conciencia que es algo superior a ti y descubres la necesidad del Espíritu Santo y de la Gracia de Dios. Es entonces cuando descubres el valor y la importancia de la oración y la necesidad de orar.
Por eso, conscientes de nuestras debilidades, de nuestras esclavitudes, de nuestras limitaciones, Señor, te pedimos que nos liberes y nos de un corazón despegado, no egoístas, generoso, dispuesto a compartir y a darnos incondicionalmente a los demás. No cabe duda que no podemos esperar la Gracia de Dios instalados, con los brazos cruzados y pasivos, pero siempre sin perder de vista que sólo con su Gracia podemos vencer nuestra esclavitud.
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