Sucede que, aunque digamos que sin el Señor nada podemos hacer, en la práctica no está tan claro, porque solemos, al menos por mi propia experiencia, hacer muchas cosas sin contar con Él. Estaríamos de acuerdo en coincidir que si consultásemos nuestras cosas con Él, todo nos iría mejor. Eso, simplemente nos descubre que somos pecadores y que, cuando tomamos conciencia de ello, le necesitamos.
El mundo se corrompe y se deteriora porque no sigue la Voluntad de Dios, y llegamos a considerar más lo que dicen los hombres que los impulsos y consejos del Espíritu Santo. Y no seguimos la Voluntad de Dios cuando miramos a los otros con inferioridad y los posponemos detrás de nosotros. Es entonces cuando aparecen los privilegios, los sometimientos, el poder, las riquezas y las guerras. Y sembramos de muerte nuestro camino.
Indudablemente que le necesitamos, porque sin Jesús nada somos. Necesitamos su Gracia para convertirnos y para que Él sea el centro, el vértice de nuestra vida. Todo empezará a ir mejor, aun con contratiempos, porque cuando vivimos en Él, el amor sale por todos los poros de nuestro cuerpo y derrama justicia, respeto, libertad y mucha caridad.
Señor sé Tú el Norte de mi vida, la Guía que ilumine mi camino y la Luz que resplandezca mi vivir y obrar.
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