Quizás nuestro mayor pecado sea el de andar mucho camino de forma individual. No ya alejado de la comunidad, sino sin la presencia del Espíritu Santo. En la medida que avanzamos y nos experimentamos fuertes, confiamos en nuestras fuerzas y nos olvidamos del Señor. Y, claro, cuando más confiados estamos nos viene la caída y la debilidad.
Muy claro debemos tener que nuestro camino es un camino acompañado, comunitario. Un camino de ir de la Mano del Espíritu Santo y también de la comunidad. Caminar solo es una locura y una temeridad. Estamos hecho para amar y no hacerlo es una irresponsabilidad por nuestra parte. Porque nuestro corazón arde y está vivo en la medida que es capaz de amar. El amor lo sostiene en llama viva.
Y arde más en la medida que ama, sobre todo, a los que no nos simpatizan y a los enemigos. Esa es nuestra petición de hoy, Señor. Te pedimos un corazón grande para mar. Amar a los que se nos atragantan; amar a los que me incordian y hacen imposible mi vida; amar a los que me injurian e insultan. Amar en una palabra a todos mis enemigos.
Porque esa es tu consigna y es también tu testimonio. Abrazastes y aceptastes la Cruz perdonándonos a todos desde ella. También nosotros, siguiendo tu ejemplo, queremos hacer lo mismo, amparados e injertados en Ti. Amén.
Porque esa es tu consigna y es también tu testimonio. Abrazastes y aceptastes la Cruz perdonándonos a todos desde ella. También nosotros, siguiendo tu ejemplo, queremos hacer lo mismo, amparados e injertados en Ti. Amén.
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