No es fácil mantenerse en el anonimato. Nada fácil, porque nuestra naturaleza está salpicada de vanidad y presunción. Y, a pesar de una aparente humildad, todos queremos y necesitamos ser halagados y reconocidos. Sólo nos hace falta mirar a nuestro derredor para ver todos los honores y reconocimientos que hacemos. El artista sin los aplausos no puede continuar su trabajo. Los necesita para sostener su ilusión y su constancia. Esa es nuestra esencia pecadora. Estamos revestidos de pecados y nuestra limpieza no depende de nosotros sino de la Misericordia de Dios.
Por eso, no podemos ir solos, sino de la Mano del Señor. Necesitamos su Gracia para, por su Misericordia, resistir todos los embates de nuestra soberbia, vanidad, ambición, egoísmo...ect., e irlos convirtiendo en humildad, generosidad, servicio, discrección, caridad y, sobre todo, amor. Un amor que se despoja de sus honores y halagos, para, en el silencio y lo oculto, servir humildemente sin ser advertido. O lo que es lo mismo, sin ser recompensado. Porque todo lo esperamos de Dios.
Eso no significa que tengamos que actuar a escondida, pero sí que nuestro corazón no busque su premio en este mundo, sino que descanse su buen obrar en el Señor. Por todo ello, consciente de que nos es imposible vencernos a nosotros mismos, te pedimos, Padre, que nos fortalezca y nos des la luz, la voluntad y la sabiduría de saber, pacientemente, vencernos, corregirnos y llenarnos de humildad y sencillez.
Nuestras vidas están llenas de peligros, de circunstancias en las que salen al primer plano nuestros egoísmos, nuestras vanidades y soberbias. Queremos siempre destacar y estar en los primeros puestos. Queremos siempre que se nos reconozca nuestra labor. ¡Qué ejemplo eres tú, María, que siendo la elegida para ser la Madre de Dios has guardado todo en tu corazón humilde, sin mostrarte ni llenarte de vanidad ni de altanería.
Danos, Señor, la Gracia de saber sostenernos humildemente y no vanagloriarnos de nuestras buenas obras, que son obras del Espíritu Santo que nos asiste y nos da lo necesario para poder actuar así. Amén.
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