Igual nos desesperamos, nos confundimos o nos desanimamos. No sabemos qué hacer ni cómo proclamar que Dios se hace Hombre para estar entre nosotros. No sabemos qué decir para gritar que es Navidad, no sólo ahora en estas fechas próximas, sino cualquier día. Y, ahora, Señor, queremos pedírtelo, enséñanos a darte a conocer y a proclamar que has venido al mundo a salvar a todos los hombres.
Porque, todos no somos Juan el Bautista, ni tenemos su misma fuerza y voluntad. Y porque el mundo ha cambiado mucho y ahora será difícil llamar la atención con tantas luces que encandilan y distraen al hombre. Y, sobre todo, porque ahora, el hombre apagada su sed de búsqueda, yace dormido en un mundo hedonista que proclama vivir la vida que son cuatro días. Y, el hombre, adormecido se deleita en tantas ofertas de placer que se le hace difícil escuchar la voz del que le grita y proclama que nace el Señor para liberarle de esa esclavitud y darle la vida.
Ilumina, Señor, nuestras vidas para que reflejándola demos testimonio de tu presencia. Danos la sabiduría que viene de Ti para que viviéndola en el mundo en el que estamos inmersos seamos voz, como la de Juan, que te proclame y anuncie. Llénanos de paz, sabiduría y fortaleza, para que iniciemos cada día con la ilusión y la alegría de gritar al mundo que Tú, Señor, estás entre nosotros y te has hecho Hombre para darnos la vida eterna en gozo y plenitud.
Haz, Señor, que nuestras vidas sean reflejos de la Tuya, para que todos aquellos que se acerquen a nosotros descubran tu presencia. Así, como Juan el Bautista, daremos testimonio de tu Palabra y proclamaremos al mundo que Tú estás entre nosotros y has venido a rescatarnos del pecado para darnos la salvación eterna. Por eso, Señor, queremos abrirte nuestro corazón y dejar que cada instante de cada día Tú nazcas en nosotros, porque cuando hacemos algo bueno por el hombre pobre y necesitado, estamos permitiendo que Tú, Señor, nazcas también en nuestros corazones. Amén.
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