Nunca podré entender muchas cosas, ni saber el cómo y el por qué, pero sé, Señor, y eso me basta, que Tú eres mi Creador y Señor. Sé que Tú me quieres y deseas llevarme contigo para que sea feliz eternamente. Experimento en mi vida tu grandeza, Señor, y veo tu Mano Misericordiosa actuar en los acontecimientos de mi vida. Sé que me escuchas y actúas.
Posiblemente, no lo vea como a mí me gustaría, ni con la rapidez que deseo, pero yo sé que mis planes no son los Tuyos, ni tampoco puedo comprenderlos. Tú, Señor, eres el Creador de todo lo que el hombre puede ver, y también de todo aquello que se le esconde a su vista. Y tu Poder puede alterar las leyes naturales establecidas, pues has sido puestas por Ti para regir al mundo.
Gracias, Señor, porque lo que escribo me lo dicta tu Espíritu, pues sería incapaz de hacerlo por mí mismo. Sin tu permiso no podríamos pronunciar tu nombre. Gracias, Señor, porque mi boca y mis labios se mueven en alabanza hacia Ti, Creador del Cielo y la Tierra, y te proclaman como único Dios del Universo. Gracias, Señor, porque, asistido por el Espíritu Santo, acepto tu Voluntad, y confiado en ella me abandono en tus brazos.
Y en este momento de oración, a ejemplo de tu Madre, y por intercesión de ella, que nos acompaña y nos cuida, nos llene de fortaleza, paciencia y fe para, rendidos a tus pies, perseveremos en la obediencia a tu Voluntad. Te pedimos, Señor, que, a pesar de nuestras debilidades, nuestros pecados y fracasos, nos hagas fuerte para no rechazarte y aceptar el dolor o sufrimiento que nos quiere arrebatar de tu presencia.
Sabemos, aunque eso nos produzca dolor, que sólo en Ti está nuestra alegría y gozo eterno. Por eso, confiamos en Ti, Dios mío, y queremos dejarte nuestro corazón para que Tú lo modeles y lo llenes de fortaleza, sabiduría y paz según tu Voluntad. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario