Lo necesito y eso me ayuda a creer. Necesito tu perdón, Señor, misericordioso por mi incredulidad, por mis pecados, por mi poca fe y por mi exigencia de pedir pruebas que convenzan mi razón humana exigente y soberbia. Sé que por mí mismo me será imposible creer, pero, apelo, Señor, a tu Amor Misericordioso para que me des la fe y poder seguirte de palabra y de obras.
Gracias, Señor, por experimentarme necesitado, y también por reconocerme pecador. Gracias, porque ese tomar conciencia de mis limitaciones y necesidades me impulsa a buscarte y a escucharte. También te pido, Señor, que me des un corazón humilde, pequeño y dócil a tu Palabra. Porque, como los apóstoles, tengo miedo y debilidades que, fácilmente, me pueden y me apartan de Ti.
Yo quiero creer sin necesidad de ver, pero me es imposible sin tu Gracia. Como Tomás necesito meter mis dedos en tus llagas y adentrar mi mano en tu costado. Perdona, Señor, mi osadía y dame la fe que necesito para adorarte y reconocerte mi Dios y Señor. Sé que tengo que poner mucho de mi parte, pues esa libertad que has puesto en mí me delata como responsable y me exige responder. Y trato de hacerlo, a pesar de las dificultades que la vida me presenta.
Dame, Señor, la sabiduría de saber esperar y aguardar tus señales y de perseverar en tu presencia humildemente sin desesperar ni exigir nada. Dame, Señor, el conocimiento de permanecer en tu silencio y de encontrarlo en mi humilde y pobre corazón. En él quisiera permanecer y abandonarme para dar respuesta a todas mis ambiciones, interrogantes y anhelos desde tu Amor Misericordioso.
Y, por último, Señor, te pido en este día la Paz. Esa Paz que Tú siempre ofreces y das a todos aquellos a los que te presentas y confían en Ti. Yo, Señor, quiero también acogerme a esa Paz que, viniendo de Ti, nos llena de gozo, de felicidad y de amor. Amén.
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Amén
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