María marca una referencia que no podemos obviar. Ella abrió su corazón al Plan de Dios para que, su Hijo, encarnado en naturaleza humana en su vientre, naciera a este mundo. Por tanto, ella es la puerta que da paso para que, el Hijo de Dios irrumpa en este mundo. Conviene, pues, poner nuestra mirada de hijos siempre fija en María.
También nosotros entramos en el Plan de Dios. Y, por y para eso, debemos de abrir nuestro corazón para, como María, responder a su llamada. Dios espera nuestro "sí" y nosotros somos libres, como lo fue María, para responder afirmativamente - como María - o para negarnos.
Por tanto, pidamos a María, nuestra Madre, que interceda por cada uno de nosotros para que sepamos y podamos responder, fortalecidos por la Gracia de nuestro Señor, a su Voluntad.
Y, abiertos a escuchar esa voz en el desierto de Juan el Bautista, pidamos también que nuestros corazones se conviertan a ese Plan de Dios que, a través de Juan y luego en María prepara para que venga a nosotros su Reino en la Persona de su Hijo, el Mesías, que viene a anunciarnos la Buena Noticia de Salvación. Amén.
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