Suele ocurrir que si no sé quién soy y que realmente tengo, no puedo darme ni dar lo que realmente puedo. Porque, Dios no me exigirá sino lo que realmente puedo dar. Eso son los talentos que Él me ha dado y los que yo, descubiertos, he de poner en sus Manos para provecho y bien de todos.
Pidamos sabiduría de discernimiento para descubrir lo que he recibido de mi Padre Dios y, sobre todo, la caridad de ofrecerlo de forma incondicional y gratuita al servicio de los que lo necesitan. Pidamos descubrir la necesidad de acercarnos al Señor para, por su Gracia, incentivar y darnos plenamente en entrega gratuita y por amor, al bien de los demás.
Pidamos la conversión de nuestro corazón aprovechando en estos momentos de comienzo del Adviento, tiempo de preparación para la venida del Señor. Acerquémonos a María, la Madre que prepara la venida de su Hijo y pidamos que el Espíritu Santo convierta nuestros endurecidos corazones en unos corazones misericordiosos y generosos. Amén.
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