Te amo, oh mi Dios. Mi único deseo es amarte hasta el último suspiro de mi vida.
Te amo, oh infinitamente amoroso Dios, y prefiero morir amándote que vivir un instante sin amarte.
Te amo, Señor, y la única gracia que te pido es la de amarte eternamente.
Oh mi Dios, si mi lengua no puede decir cada instante que te amo, quiero que mi corazón lo repita cada vez que respiro.
Te amo, oh mi Dios Salvador, porque has sido crucificado por mí, y me tienes aquí crucificado contigo.
Dios mío, dame la gracia de morir amándote y sabiendo que te amo». Amén.
Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina.
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