Cuántas veces, Jesús, a lo largo del Evangelio, dices y repites lo que hoy comentas: tu muerte y resurrección –misterio- y nuestra cruz, que tanto cuesta de entender.
Y cómo nos conviene que nos lo recuerdes, ya que siempre es de actualidad, rabiosa o apagada. Sufrir mucho en la ciudad, y de parte de los gobernantes. Ser cristiano en el mundo y querer actuar en consecuencia. Ser incomprendido, tal vez perseguido, por los de fuera y escandalizado por los de dentro, por los tuyos, con mentalidad de «tiempos mesiánicos». ¡Son tan atractivos los honores y el poder!
Envíanos tu Espíritu para que nos inspire a pensar como Dios, o de lo contrario no te podremos seguir. Naturalmente, nadie desea ser crucificado, pero tú nos llevas por el camino del Calvario. para vivir como tú, es obligado morir. Amén.
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