Señor, Tú me conoces y sabes lo que quiero, lo mismo mis proyectos que mis debilidades. No puedo ocultarte nada, Jesús. Quisiera dejar de pensar en mí, y dedicarte todo mi tiempo. Quisiera entregarme por entero a ti. Quisiera seguirte a donde quiera que vayas. Pero ni esto me atrevo a decirte, porque soy débil.
Esto lo sabes mejor que yo. Sabes de qué barro estoy hecho, tan frágil e inconstante. Por eso mismo te necesito aún más, para que tú me guíes sin cesar, para que seas mi apoyo y mi descanso. ¡Gracias por tu amistad, Jesús! Amén.
Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina.
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