San Mateo |
Señor, Mateo estaba cansado de miradas de juicio y desprecio. Ya no miraba a nadie a los ojos. ¿Para qué? Ni siquiera se atrevía a mirarse a sí mismo. Pero tuvo el valor de levantar los ojos cuando Tú le miraste. Descubrió en tu mirada la misericordia que precisaba para sentirse amado. Encontró en tu voz la fuerza necesaria para levantarse de la mesa de los impuestos. Sígueme, le dijiste. E inmediatamente se levantó y te siguió.
Señor, sé que ahora mismo Tú me estás mirando. Que tenga valor para levantar mis ojos hacia Ti, para que también yo me sienta amado, perdonado, llamado para que también yo sepa mirar a cada persona con misericordia, para que sepa transmitir tu amor a los que más sufren. Como Tú, Jesús. Siempre como Tú y contigo.Amén.
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