Negarlo sería irracional y absurdo. El amor a los enemigos es superior a nuestras fuerzas. No se trata de que nuestro corazón no tenga esa capacidad o no esté hecho para amar, incluso a los enemigos. Se trata, y esa es la cuestión, que estamos tocados y heridos de gravedad por el pecado, que nos ciega y nos debilita hasta el punto que nos es imposible amar, incluso también a los amigos. Eso explica las traiciones y envidias.
¡Cuánto más amar a los enemigos! Experimentamos nuestra impotencia ante ese reto, y nos damos cuenta que nos será imposible amar a los enemigos sin ayuda exterior. Y no una ayuda cualquiera, sin la prometida por Jesús, la asistencia del Espíritu Santo, que nos infundirá la fuerza y la capacidad necesarias para suavizar nuestro corazón endurecido por el pecado y transformarlo en un corazón suave, bondadoso y generoso.
Por eso, Señor, consciente de nuestras debilidades, te pedimos humildemente que nos des esa capacidad de amar a los que nos odian, nos violentan, nos persiguen y nos amenazan con la muerte. Te pedimos que tengamos el valor y la fuerza de entregar nuestras vidas antes que ofenderte y negarte. Aprovechamos para pedirte por Asia Bibi, que por mantenerse fiel a Ti está padeciendo y condenada a morir. Dale la fuerza y valor de superar ese sufrimiento.
Y te pedimos por todos los que te seguimos y sentimos miedo e incapacidad para sufrir los padecimientos que tu seguimiento nos ocasiona. Haznos fortaleza de tu amor y revistenos de tu Gracia para, asistidos y fortalecidos en el Espíritu Santo, seamos fortalezas viviente de tu Fe y de tu Gracia. Amén.
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