No hay otra alternativa al perdón sino la de perdonar. Sin perdón no hay posibilidad ninguna de encontrarnos con el Señor, porque el Señor nos perdona constantemente, sin condiciones y proponiéndonos que nosotros también perdonemos. ¡No a Él, que no necesita nuestro perdón, sino a los hombres, a todos los hombres. Y esa será la marca, la prueba de que no le mentimos cuando le decimos que le amamos y le seguimos.
Por eso, al pedirles sus discípulos que les enseñe a orar, Jesús propone la oración al Padre, donde lo destacado es el amor y santificación al Nombre del Padre, y el amor a todos los hombres sin diferencias de raza, país o cultura. Amor que nos exige perdonar,pues sin perdón no existe amor. Así, nuestro Padre nos ama porque también nos perdona. Un amor que nace de un compromiso con cada uno de sus criaturas. En eso consiste el amor.
Te pedimos Padre del Cielo que nos des un corazón comprometido por amor. Por amor a Ti que nos derive al amor a todos los hombres. Sabemos que para nosotros es imposible. Somos criaturas limitadas, y Tú lo sabes, Señor. Por eso, has enviado a tu Hijo con la misión de señalarnos el Camino, la Verdad y la Vida, y para que, fiándonos en y con Él podamos recorrer ese Camino de Salvación.
Danos Señor esa Gracia que nos capacite para la lucha contra las adversidades y tentaciones de este mundo. Un mundo, demonio y carne que nos amenazan y arrastran a la perdición, al enfrentamiento, al odio, a la lucha, venganza y al pecado. Danos la sabiduría y la paciencia de soportar los obstáculos y peligros que nos salen al paso, y la fe de permanecer siempre fiel y confiados en tu Palabra. Y la perseverancia de sostenernos alimentados en la Eucaristía de tu Espíritu bajo las especies del Pan y Vino. Amén.
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