No es cuestión de aparentar, porque las apariencias engañan y la mentira no tiene valor ni prevalece. Todo lo que se apoya en terreno falso se derrumba y no vale para nada. Por lo tanto, construir sin el verdadero Arquitecto es construir en vano.
Y todo aquel que se precie de saber y de inteligencia, debería descubrir que lo verdadero valioso, el Tesoro escondido, es construir sobre verdadera roca. La roca que sostiene la Verdad, que es Jesús, el Hijo de Dios. Porque construir tu vida sin el concurso del Señor es perder el tiempo. Se desmorona y no tiene punto de apoyo ni consistencias para sostenerse, porque sólo en Jesús encontrará fuerza para sostenerse.
En cierta ocasión un compañero me preguntó si seguía en el camino del Señor. Mi respuesta fue que es el único camino que vale la pena seguir. Es donde únicamente, poniéndole un símil económico, se puede invertir con la seguridad de no ser engañado y la garantía de la rentabilidad. Porque, emulando a Pablo, diría también como él que sé de quien me fío. El Señor es mi Pastor y en y con Él estaré siempre a salvo. Entonces, experimento, el valor y la importancia de la fe, porque no teniendo oídos, no oyen y teniendo ojos, no ven. Y doy gracias a Dios por este valioso y gran don de la fe.
Desde ahí, Señor, te pido luz y voluntad decidida para no aparentar, para ser coherente desde mi palabra y vida. No permitas que mis labios pronuncien palabras que luego no pueda o no quiera llevarlas a la vida. Porque de ser así estaría aparentando, es decir, engañándome. Dame, Señor, la virtud de la honestidad y de la sinceridad, y nunca mentir, porque Tú eres mi publico. Y aunque los hombres no me vean y pueda engañar, Tú siempre estás presente en mi vida y sabes lo que hago y pienso.
Dame la sabiduría y la inteligencia de confesar siempre mis pecados y de perseverar en la esperanza de aceptar tu Perdón y Misericordia. En ti confío, Señor. Amén.
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