Quiero, Señor, y te lo pido, que siguiendo el mismo camino y la misma actitud que Juan, mi vida sea fiel reflejo de la Tuya, para que todos los que se acerquen a mí vean tu presencia y, si es posible, a través de mi humilde persona, te den gloria y alabanzas a Ti, Señor del Cielo y la tierra. Que seas Tú, Señor, quien crezca y yo mengüe.
Porque, mi gloria será que mi vida transparente tu Gloria, Señor, a través de mi humilde actuar llevado y auxiliado por tu Gracia. Sin Ti, Señor, nada puedo ni nada soy, y, como Juan, es necesario que yo mengüe y desaparezca para que sólo quede tu Gloria y tu Amor.
Que no sea yo instrumento que oculte tu Gracia y busque, tentado por mis apetencias y egoísmos humanos, mi gloria por encima de la Tuya, Señor. Aparta de mí toda tentación de ostentación, de vanidad y egoísmo y, como Juan Bautista, dame la Gracia de servirte como un simple y humilde instrumento de tu Gracia. Porque, la tentación está siempre presta y atenta a mis debilidades y flaquezas, y, sin advertirlo, buscamos nuestra gloria personal para lucimiento y provecho de nuestra propia vanidad y egoísmo.
Por eso, consciente de mis pecados, te pido, Señor, que fortalezca mi voluntad y llenes mi corazón de sabiduría para saber rechazar todo aquello que me incita y me inclina a ponerme por delante de Ti en mis pobres y humildes actuaciones. Dame la Gracia de saberme pecador y de conocerme instrumento de tu Gracia y de tu Amor.
Dame la suficiente humildad para, como María, tu Madre, y ahora Juan, el precursor, saber y conocer mi papel y misión que, asistido y auxiliado por el Espíritu Santo, debo entregarme a darte a conocer como el Hijo de Dios Vivo que ha venido a salvarnos de la esclavitud del pecado. Amén.
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