No podemos parar, necesitamos estar en constante esfuerzo y lucha, pero nunca solos, sino injertados en el Espíritu Santo. Ha venido a nosotros en nuestro bautismo, y desde entonces, nos acompaña para fortalecernos y ayudarnos a perseverar sosteniéndonos firmes en la Voluntad del Padre, que se nos manifiesta en las enseñanzas del Hijo.
Él es el predilecto en el que se complace el Padre, y nos propone que le escuchemos y le obedezcamos. Nos lo ha presentado en el Jordán, donde, sin necesidad de ser bautizado, pues esta libre de todo pecado, nos da ejemplo y nos señala el Camino, que es el mismo mostrándonos la Verdad y dándonos la Vida. Por eso, sólo en Él encontraremos la fuerza y la voluntad para perseverar y superar todos los obstáculos que la vida nos va poniendo como trabas y tropiezos en nuestro camino de cada día.
No dudemos y convirtamos al Señor. Agarremónos a Él por medio de los Sacramentos que nos da y ofrece la Madre Iglesia y al alimento Eucarístico que nos fortalece y nos sostiene firmes en el camino de la Verdad dándonos la Vida. Pidamos, pues la Gracia de la Fe y la voluntad y fortaleza para perseverar sostenidos firmes en el Señor. Pidamos perseverar también unidos a los hermanos para que, compartiendo nuestra fe, fortalecernos en la justicia, la paz y el amor.
No perdamos la oportunidad de abrirnos a la acción del Espíritu Santo. Ese Espíritu Santo que nos ha sido dado y ha bajado también a nosotros en el momento de nuestro bautismo. Porque, Él será el que nos conducirá, tal y como hizo con nuestro Señor Jesús, para que demos testimonio y anunciemos la buena Noticia de salvación a todos los hombres.
Pidamos, pues, la conversión que Jesús nos propone hoy en el Evangelio y confiemos en Él, pues de Él recibiremos la fortaleza para entregarnos a su Voluntad. Amén.
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