El camino que nos prepara Juan el Bautista es un camino previo y necesario para llegar al Señor. No podemos encontrarnos con Jesús sin previamente, primero, encontrarnos con nosotros mismos. Se hace necesario ver la película de nuestra vida y vernos por dentro dándonos cuenta del pecado que habita dentro de nosotros. Un pecado que está implícito en nuestra propia naturaleza caída.
Pero, no podemos adentrarnos en nosotros mismos por nuestra cuenta. Necesitamos ir acompañados, pero no de cualquiera. Ni siquiera de alguien muy preparado. Necesitamos de Aquel que tiene poder para comprendernos, escucharnos y perdonar nuestros pecados. Necesitamos la Misericordia de nuestro Padre Dios. Y eso sólo lo podremos buscar y pedir si somos capaces primero de reconocernos pecadores.
Es entonces cuando, como Natanael, descubrimos la Infinita Misericordia y el Poder de nuestro Padre Dios para perdonarnos nuestros pecados. Y le pedimos que nos dé la sabiduría de darnos cuenta y de conocerle como el Hijo de Dios verdadero. Pidamos esa Gracia, no sólo de creerlo sino de vivirlo, porque hay mucha diferencia de confesarlo pero luego no ir coherentemente nuestra vida con esa confesión.
Pidamos un corazón limpio capaz de descubrir, sin segundas intenciones, la verdad con la claridad de sus acciones y sus intenciones. Así se presentó Natanael delante del Señor a pesar de sus tribulaciones. Y el Señor descubrió la limpieza y honradez de su corazón. Pidamos esa misma actitud para nosotros y tratemos de borrar y desalojar las malas intenciones que nos arrastran a la rebeldía y al rechazo.
Pidamos un corazón limpio y cargada de buenas intenciones para dejarnos acoger por la Bondad del Dios. Pidamos también paciencia para saber esperar ante el silencio de Dios y nunca desesperar. El sabe mejor que nadie qué realmente necesitamos y cuando lo necesitamos. Pongámonos en sus Manos y confiemos en su Misericordia y Amor. Amén.
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