Es necesario perdonar si queremos estar con el Señor, porque de no hacerlo nos engañamos a nosotros mismos. Jesús nos perdona, de modo que también nosotros tenemos que perdonar. Otra cosa es el doloroso esfuerzo que necesitamos para poder hacerlo. A nadie se le esconde lo difícil que resulta perdonar cuando eres ofendido, pero el camino es el del perdón.
No podremos presentarnos delante del Señor pidiéndole misericordia y nosotros negársela a quienes nos la piden a nosotros. Es incongruente y contradictorio y nos damos cuenta que en la misma medida que somos perdonados tenemos nosotros que perdonar. ¿Y eso qué significa?
Significa que nosotros somos perdonados sin merecerlo y siempre, a pesar de las barbaridades que hacemos y los pecados que cometemos. Con nuestra mentalidad estaríamos ya condenados y si el Señor pensara como nosotros ya no tendríamos remedio. Por eso, te damos gracia, Señor, por tanta e infinita Misericordia que nos perdona todas nuestras culpas sin ponernos condiciones y nos esperas pacientemente a que nos demos cuenta y nos abramos a tu perdón.
Todo lo que nos ocurra nos lo tenemos merecidos y si nos alejamos de Ti, Señor, será por voluntad propia y por nuestros pecados. En Ti, Señor, encontramos comprensión y amor. Tu Corazón siempre está abierto a perdonarnos y a darnos lo que realmente necesitamos, estar y permanecer contigo, porque sólo en Ti encontramos la paz y el gozo eterno.
Danos, Señor, la sabiduría y la paz para encontrar la fortaleza de perdonar todas las ofensas recibidas de la misma forma que Tú perdonas las mías. Amén.
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