Hoy, Señor, quiero presentar mis excusas y pedirte perdón por no responder a tu llamada ni comprometerme con mi disponibilidad y mi vida. No quiero buscar excusas con el fin de justificarme. Quiero asumirlas y reconocerlas. Me confieso culpable de mis miedos y mis rechazos y de querer eludir mi compromiso bautismal. Me reconozco culpable de bajar los brazos ante mi cansancio y debilidades. Me reconozco frágil, débil y seducido por las tentaciones que el mundo - placeres y comodidades - me presenta.
No tengo excusas y así, pobre, débil y pecador, quiero presentarme ante Ti. ¿Por y para qué engañarme? Sé que eres un Padre Bueno y Misericordioso y a Ti vengo a suplicarte Bondad y Misericordia. Dame, Señor, esa fortaleza para sobreponerme a todas esas dificultades que me amenazan, me tientan y seducen. Dame la sabiduría y paciencia de presentarme humildemente ante Ti y suplicarte perdón. Amén
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