¿Has probado a cerrar los ojos y dar algún paso? ¿O has entrado en una habitación sin luz y a oscura? Incluso, conociéndola nos resulta difícil movernos por ella. Imagínate por un camino que hay que inventar cada día, porque la vida se inventa a cada paso. Aunque nos parezca lo contrario y pensemos que vamos seguro, cada instante de nuestra vida nuestro corazón - diástole y sístole - se contrae y relaja para que nuestros ojos vean y nuestro espíritu sienta.
Pero, en cualquier momento se puede parar por algún paso mal dado o por otros problemas. Nuestra vida siempre, aunque no lo creamos, está en peligro. Y, en consecuencia, cada instante es muy importante. Por eso, Señor, el camino sin Ti, Dios mío, se llena de tinieblas y de inseguridades amenazado siempre por el peligro. Necesito tu Luz, pero no la luz de mis propios ojos que vino conmigo al nacer a este mundo, sino la Luz que viene de Ti y de tu presencia que me acompaña.
Danos, Señor, esa Luz que necesitamos y que nos alumbra el camino de tu Palabra y de tus pasos. Experimentamos que nos cuesta caminar, Señor, y en muchas ocasiones se nos hace difícil encontrar el verdadero camino y ver la Verdad - que eres Tú, Señor -. Llena nuestro pobre espíritu de esa fe que nos permita verte, Señor, para, a pesar de la oscuridad a la que, por nuestros pecados, nos somete el mundo, podamos oírte, escucharte y verte.
Y, esperanzados seguirte, igual que esos dos ciegos del camino que, advirtiendo tu presencia te siguieron gritando y llamándote para que abrieras sus ojos para verte. Gracias, Señor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario