Pensemos que nos pregunta: ¿Cree usted que nuestra vida – paso por este mundo – se termina con la muerte? Y, supongo que estaremos de acuerdo que, casi todas las respuestas coincidirán en que algo hay detrás de la muerte. O, dicho de otra forma y más concreto, hay otro mundo.
A partir de ahí, tú puedes optar por donde quieras ir, pero, si
examinas tu interior y le escucha, tu corazón te dice que aspira a una vida
mejor, gozosa y feliz y eterna. ¿No te parece que debes, al menos, informarte, buscar y conocer bien lo que dice Jesús a ese respecto?
Pensar lo contrario no es coherente, y quienes lo defienden, obedece más a una respuesta sometida a sus pasiones, esclavitudes y debilidades que a la realidad de lo que realmente piensas. Todo acaba y empieza desde el momento que dejamos que la duda entre en nuestro corazón y, desde esa debilidad e incertidumbre, reconocer nuestra pequeñez y, humildemente, suplicar luz y sabiduría para, al menos, si no entender, si fiarnos y creer – fe – coherentemente con lo que experimentamos desde la profundidad de nuestro corazón.
Todos sabemos que aquí no se queda nada, y, como dice Jesús en el Evangelio: “Todo quedará reducido a piedra sobre piedra”. Sólo nuestra vida pasará a ser eterna. Pero, ¿en gozo y plenitud o en dolor y sufrimiento? Eso dependerá de a quien escuchemos y de quien nos fiaremos. Por eso, pidamos al Señor que nos dé la Gracia de fiarnos y creer en su Palabra y seguir sus enseñanzas y mandatos. Amén.
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