Señor, ayúdame a creer y sentir que ser vulnerable no es ser débil. Al contrario, ya que sólo una persona firme y madura puede permitirse conocer su propia vulnerabilidad, aceptarla y dejar que se sepa.
Enséñame a no ocultar mi debilidad, a no evitar los ataques ni defenderme para poder huir. Me he dado cuenta de que al confesar mi vulnerabilidad me abre a relaciones amistosas, ya que ellas son tan vulnerables como yo.
Señor, dame conciencia de que en la debilidad se esconde la fuerza, y éste es el principio de salvación en todos los órdenes. Enséñame a confesar sentimientos, a admitir que no soy indiferente a la alabanza o al desprecio, a la comodidad o a la molestia, al éxito o al fracaso; y saberme y declararme afectado de la envidia y el enfado, el desánimo y la ansiedad.
Que sepa ser vulnerable para saber expresar que no siempre me siento feliz, que no siempre estoy de buen humor, que no siempre me domino, que no siempre estoy seguro de lo que hago y porqué lo hago. Señor, dame la gracia de ser vulnerable, es decir, ser humano. Amén.
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