Gracias, Cristo, porque al nacer, te acercaste a nuestro mundo; y en tu Bautismo te haces solidario con nosotros, pecadores, para cargar con el peso de nuestras culpas, para darnos tu fuerza.
Gracias, Cristo, porque no has venido a ser servido, sino a servir, a servirme; porque no quebrarás la caña cascada, ni apagarás la mecha vacilante; porque cuentas con la fuerza de los débiles, con la riqueza de los pobres, con la bondad de los pecadores, con la sabiduría de los ignorantes, con la grandeza de los pequeños. No te sirven los que se creen fuertes, ricos, santos, sabios y grandes. Gracias por contar conmigo, a pesar de mis contradicciones.
Gracias, Padre, porque en nuestro bautismo y cada vez que abrimos el corazón nos dices: "Tú eres mi hijo amado. Tú eres mi hijo más querido". Gracias por tu amor de Padre. Amén.
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