Acuérdate de mi, Señor: cuando esté cerca pero mucho más cuando me aleje. Cuando te hable todo el tiempo, y cuando haga silencio. Cuando me abandone a tus manos, y cuando no entienda nada. En cada uno de mis sueños, y en todos mis miedos. En las decisiones que tomo junto a ti, y en las que me mando solo. En los pasos que me animo a dar, y tantos otros que nunca fueron.
Acuérdate de mi, Señor en cada buena acción que haga, y también en aquellas en las que no te muestro a los demás. En las veces que comprendo, y en tantas otras que juzgo severamente. En las situaciones que abrazo, y en las que esquivo. Acuérdate de mí, Señor a cada instante y susurrame al oído que estas conmigo. Amén.
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