¿No es la declaración de lo que va a suceder a Jesús, su Pascua, una prueba más de su Divinidad? Nadie le da crédito ni tampoco lo entienden. No se pueden imaginar ese final trágico, pues Jesús pasa haciendo el bien y salvando a mucha gente. Su fama se extendía por toda Galilea y todos acudían a Él para que les curara. ¿Cómo es posible que supiese lo que le iba a suceder? ¿Y más de la manera que sucedió? ¿No es eso un milagro mayor aún?
Hoy queremos pedirte, Señor, que mi mente y corazón se abran a tu Verdad. Tú eres nuestra esperanza, y sin Ti, ¿qué sería la vida para nosotros? No podemos entender como hay gente que no cree en Ti. No podemos entender que mucha gente viva sin esperanza. Esperanza de una vida eterna. Y sin embargo eso ocurre. Por mucho que se le diga a la gente y se proclame una y mil veces, la gente sigue en el mismo lugar y no se mueven. ¿Cómo es posible que esperen pasivamente inmóviles dejando pasar el tiempo y sin ninguna reacción. ¿Acaso están ciegos?
Pues sí, no hay otra respuesta ni otra explicación. La gente está ciega y sometida. Dominada por las pasiones y apetencias de este mundo. Sin libertad ni voluntad para reaccionar. No entienden que el Señor nos libera y nos salva. Por eso se ha entregado a esta muerte de Cruz voluntariamente por amor. No podemos explicar esto de otra manera, porque no se entendería.
Y nunca dejaremos de pedirte, Señor, luz y sabiduría para entender tu Amor y Misericordia y seguir tus pasos con fidelidad y voluntad firme. Esa Gracia es la que te pedimos hoy, Señor. No permitas que las fuerzas del mal nos puedan y nos alejen de Ti. Nosotros queremos perseverar, pero la corriente de este mundo amenaza con alejarnos y apartarnos de Ti.
En Ti, una vez más, confiamos y nos abandonamos pacientemente en tus brazos con la seguridad de ser escuchado, atendido, fortalecidos e iluminado, para no desfallecer y continuar con gozo y alegría el ritmo de tus pasos. Amén.