Experimentas tus limitaciones y tu dependencia de este mundo. Creo que es bueno saberlo y experimentarlo, porque eso te descubre la necesidad que tienes de liberarte y la pobreza de saber que tú sólo no puedes. Entonces empiezas a entender la importancia de la venida de Jesús. Dios hecho Hombre como tú, igual a ti menos en el pecado, para enseñarte y ayudarte a liberarte de todo este mundo que te somete.
Dejar tu corazón libre no es cosa, llegas a descubrirlo en el Espíritu Santo, a la que tú te puedes enfrentar. Sería, y verdaderamente lo es, un enorme disparate intentarlo sólo. Estás sometido, tocado y encadenado por tu humanidad pecadora a las tentaciones y apegos de este mundo. Eres carne aprisionada, sedienta de muchas cosas a las que no puedes renunciar: sed, alimentos, pasión, sexo, mentira, poder, gloria, posesión...etc. Somos una caja de egoísmos que nos pueden y someten.
Entendido esto, sólo Jesús, Hombre como tú, pero libre de todas esas ataduras por la Gracia del Padre, puede darte esa liberación que tú deseas y quieres, porque descubres y experimentas que las cosas de este mundo, aunque aparentemente prometen llenarte, te dejan vacío y carente de sentido. Anulan tu compromiso y debilitan tu responsabilidad. Te hacen una piltrafa.
Por eso, necesitas tú como yo, llenar nuestro corazón de verdad, de auténtica verdad que limpie nuestro corazón y lo haga libre, lleno de pureza, de buenas intenciones, de justicia y de paz. Sólo así tú vida y mi vida se llenarán de sentido y de verdadero amor.
Y eso sólo lo puede y lo da Jesús, el Señor al cuál tú y yo debemos servir.