No va a ser fácil el camino. Sabemos que la verdad exige esfuerzo y cambio de rumbo, porque nuestra naturaleza es débil y gusta de sus apetencias y egoísmos. Nuestro corazón está contaminado por el pecado, y nuestra primera conciencia de ello nos debe ayudar a darnos cuenta que no podemos mejorar ni un pelo de nuestra cabeza sin el concurso del Espíritu Santo.
Él ha sido enviado con la misión de ayudarnos a soportar todos los sacrificios y renuncias que tengamos que realizar en nuestro camino. Él nos asistirá en los momentos de nuestra defensa. Él nos dará la fortaleza para encajar y aceptar todas las privaciones y luchas que nos amenacen con separarnos del camino del Señor. Esteban, el primer protomártir, nos da ejemplo, y nos descubre que realmente con el Espíritu de Dios podemos vencer esos obstáculos que nos impiden esperar limpios y perseverantes la llegada del Señor.
Por eso, tengamos confianza y fe en las Palabras de Jesús. Nos advierte de las amenazas que el seguirle nos puede presentar, pero nos alienta, nos da esperanza y nos promete la asistencia del Espíritu. En Él, con Él y por Él seremos fortaleza infranqueable y seguros vencedores. Demos gracias al Señor que ha venido al mundo para dar testimonio de la Palabra de su Padre y ofrecernos la salvación eterna.
Gracias, Señor, por tu nacimiento. Gracias, Señor, por tu incondicional Amor. Gracias, Señor, porque cada Navidad revives esa promesa de salvación y nos renuevas ese amor misericordioso que nos acoge y nos llama al arrepentimiento y al perdón.
Ahora te pedimos, Señor, que, como Esteban, figura y testimonio de mártir, nos revista de tu Gracia y Fortaleza, para no desfallecer y perseverar hasta que tu decidas venir de nuevo. Amén.