Hoy quiero compartir con todos ustedes, blogueros y no blogueros, católicos y no católicos, creyentes y no creyentes, bautizados y no bautizados...etc. Este correo que me ha enviado mi amigo y hermano en Xto. Jesús Ricardo Guillermo Rosano. Confieso que me ha emocionado profundamente. No sabría decir exactamente por qué, pero he sentido algo que hoy y ahora todavía no puedo explicar.
Un sentimiento de unidad, de gozo, de encuentro en la distancia, en el olvido, en la lejanía... Una convicción y criterio de que lo importante es orar, una oración insertada en la vida, que camine de arriba hacia abajo, y viceversa. Y una oración de disponibilidad, de desapego, de humildad, de aparente pasividad, pero de máxima eficacia por estar en las Manos del Espíritu.
Un aliento de esperanza y de sabernos conducido en el Espíritu Santo, ahora llevados por Él en la persona de su Santidad Francisco, que hasta el nombre parece sencillo, con olor a pobre, a florecillas del campo, a aroma de servicio, a inacabado e incompleto, pues será el Espíritu Santo quien vaya colocando todo lo que falte en la vida de este nuestro nuevo Papa.
Horas de esperanzas y de alegría, alegría contenida en la esperanza de sabernos dirigidos, asistidos y acompañados por el sucesor de Pedro. Pero más alegría cuando esta hermosa experiencia de Ricardo no llega con olor a santidad y aire fresco que nos mueve y alienta. Y que nos mueve a orar, pues ella misma, elevada al Padre, se hace oración.
Gracias Ricardo.
Querido hermano
Te comparto lo que publiqué en el blog el día de la elección del Papa Francisco. Lo quiero compartir especialmente contigo pues tengo la bendición de haberlo conocido y tratado personalmente en varias oportunidades: más allá de cualquier nacionalismo menor, es un regalo del Espíritu para toda la Iglesia, y estoy seguro que no dejaremos de asombrarnos ni de dar gracias a Dios.
Nuestro Pedro es un hombre bueno.
Un abrazo grande y bendiciones para la familia
Paz y Bien
Ricardo
Un testimonio menor acerca Francisco I
13
mar
2013
Estas tierras, junto con Latinoamérica -y toda la Iglesia también- han sido benditas con un nuevo pontífice.
Jorge Mario, Cardenal Bergoglio S.J., arzobispo de Buenos Aires, ha sido
elegido sucesor de Benedicto XVI, y ha tomado el nombre de Francisco
para su pontificado. Todo un signo llevar el nombre del hermanito de
Asís.
Quien suscribe lo ha conocido.
Lo he visto caminando como un vecino más por estas calles porteñas, con
su viejo traje negro raído, como un vecino más, tomando el subterráneo o
el colectivo -el metro o el bus-.
Lo he visto entre los pobres, dando la bendición y compartiendo penas y
alegrías como un hermano en los barrios más humildes y necesitados de la
ciudad, sin miedos y sin temor a embarrarse.
Lo he visto despedir a un amigo, el padre Rodolfo, rodeado de la gente
que nadie quiere ver, los invisibles, los olvidados, los que no cuentan.
Lo escuché hablar con voz clara y sin ambages de justicia, de
solidaridad, de verdad, aún cuando ha sido blanco de críticas
tormentosas e intrigas políticas menores.
Es un hombre sencillo y humilde con un corazón grande y una voluntad de hierro.
Dios nos ha bendecido.
Paz y Bien