Tomás me descubre y me deja retratado con su incredulidad. Necesito ver para creer, y a pesar de los milagros y enseñanzas de Jesús, lo que me dicen de Él mis más íntimos amigos, no me entra en mi cabeza. Señor, perdona mi incredulidad y mi atrevimiento. Mi razón ignorante me traiciona y me descubre limitado y pobre. Ayúdame, Señor, a reconocerlo e inúndame de humildad.
Experimento que a pesar de mis deseos de fe, mi entendimiento no asume ni se compromete, al menos como a mí me gustaría, a dar testimonio de esa fe. Mi vida no tiene quizás la coherencia que yo quisiera, o la fuerza que yo entiendo debería tener. Me hago un lío a veces Señor y necesito tu Gracia para que mi fe crezca en paz, fortaleza y sabiduría.
Es entonces cuando descubro que sólo Tú me puedes dar esa fe que busco, que te pido y que necesito. Y aprovecho estas humildes páginas de este rincón para orar, para pedirte Señor que aumentes mi fe. Amén.