Tú, Señor, que eres
el más bello de los hombres,
te vemos en tu pasión
sin aspecto atrayente,
sin apariencia humana,
desfigurado por la fealdad del mal
y sufriendo por nosotros.
Pero a la luz de tu promesa
de Salvación
y de la Resurrección,
sabemos que cargaste
con nuestras culpas
y sufrimientos.
Gracias porque tus heridas nos
han curado.