Ocurrió que Pedro levantaba la voz impetuosamente para defender al Maestro. Y también prometió que sería imposible que él negara al Señor. Supongo que no estaba en sus cálculos, ni siquiera probable, negar al Señor. No obstante, llegado el momento sus fuerzas flaquearon y pasó lo que todos sabemos que pasó.
Por eso empezaba diciendo, título de la oración, "no me atrevo a levantar la voz", porque mis fuerzas me fallan y soy consciente de que sólo en Ti, Señor, descansa mi fortaleza y mi fe. Y antes de prometerte nada, Señor, te pido valor, firmeza y decisión de ser Tú mi primera opción.
Opción de ser el motor de mi vida; opción de pasar todos mis anhelos y deseos en este mundo por el filtro de tu Amor y tu Voluntad. Opción de tenerte como centro de mi corazón y de mi vida y de llenarme de Ti para poder amar como Tú lo haces por mí y por cada hombre de este mundo.
Dame Señor la voluntad, la firmeza, la capacidad y sabiduría de permanecer fiel a tu Palabra. De, a pesar de mis pecados, equivocaciones, perezas, apegos, miedos y egoísmos, seguirte siempre sin condiciones hasta el punto de entregar mi vida, sin dudarlo, si fuese menester.
No me atrevo a levantar la voz, pero mi corazón quiere entregarse a pesar de saberse débil, frágil, temeroso y pecador. Y en Ti confío Señor. Amén.