La Iglesia te propone - ayuno - oración - limosna - pero tú tienes que entender que no se trata de privaciones ni normas que, incluso puedes atreverte a llevar como si de una contabilidad se tratara, tanto ayunos, rezos u oraciones. No se trata de eso. Indudablemente, es algo más serio y comprometido. Se trata de ver que desierto tienes en tu vida y enfrentarte a él desde la conversión y fe de que con el Espíritu Santo puedes vencerlo.
Puedes tener un problema familiar; puede ser un hábito que te hace dependiente y limita tu libertad de darte; puede ser un amigo o miembro de tu propia comunidad que te cuesta amar; puede ser una vida cómoda en la que te instala y te esclavizas...etc. Pueden ser tantas cosas. Y eso tienes que verlo tú y también yo. Y te adelanto que no es fácil y que nos complica la vida.
Desde ahí se puede entender el por qué la Iglesia nos invita a ese tipo de ayunos, limosna y oración que nos puede ayudar a centrar más nuestra vida en Jesús, centro y fundamento de nuestra conversión y amor. Todo lo que te ayude a liberarte, a desapegarte de tus hábitos de confort, de individualismo y de comodidades te ayudará a darte, a ofrecerte, a exigirte en convertir más tu corazón en verdadera amor a los demás y a vivir como Jesús, venciendo al pecado cada día.
Claro que tú y yo no podemos hacerlo por nuestra cuenta ni con nuestras fuerzas, pero, asistidos y auxiliados por el Espíritu Santo, recibido en nuestro bautismo, podemos salir victoriosos y no asentir a convertir las piedras de nuestro camino en pan. Ni tampoco dejarnos tentar con la vanidad de lucirnos y que vean nuestras acciones o dejarnos seducir por el afán de tener, de poseer y ser muy ricos.
Pidamos al Señor que nos ayude a luchar contra todo aquello que nos amenace y, sin darnos cuenta, trate de llevarnos por caminos equivocados que nos presenta espejismos de felicidad que nos apartan de alcanzar nuestro verdadero sentido de Vida Eterna. Amén.