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Se constata un hecho, hay más presencia de mujeres que hombres en la Iglesia. Los ministerios de pastorales parroquiales son llevados por mujeres, y creo que esa es la tónica general de la Iglesia. No lo afirmo, pero creo, salvo error, que es la tendencia en todas partes aunque haya alguna excepción.
Si puedo afirmar que en mi parroquia ocurre eso, abundan las mujeres: el ministerio de liturgia lo llevan las mujeres, no hay ningún hombre; la catequesis ocurre lo mismo; yo soy el único hombre que doy catequesis prebautismal y a adultos. En estos días, mañana concretamente, se agrega un hombre más. Espero que haya perseverancia y continúe. Y todos los demás servicios están ocupados por mujeres.
Eso no quiere decir que haya algunos hombres que colaboran y hacen algo. Sobre todo en algunos movimientos, pero la abundancia es femenina. Y en el archipiélago canario ocurre lo mismo por lo general, aunque en algunas parroquias hay bastantes hombres. Y digo esto porque creo que la mujeres tiene un papel muy importante en la Iglesia, y tan importante que hasta en el Evangelio, Lucas destaca este pasaje de un día de trabajo, pudiéramos decir, en el que Jesús recorre pueblos y ciudades acompañados de los doce y varias mujeres.
La mujer ocupa un lugar de relieve en la vida pastoral y evangélica dentro de la Iglesia, y su aportación a lo largo de la historia eclesial ha sido relevante. ¡Bendita mujeres!, empezando por la Madre de Dios, de la que tanto hablamos y queremos. Madre en la que se apoyó la Iglesia en sus primeros días de vida después de la Ascensión de Jesús a los Cielos.
Pidamos al Espíritu Santo que continúe suscitando vocaciones religiosas y seglares de mujeres en la Iglesia que trabajen para sostenerla tanto en el orden material como espiritual. Mujeres santas y doctoras de la Iglesia que aportan testimonio y vida a la Iglesia. Pero también que despierte en los hombres vocaciones sacerdotales que aviven la Iglesia de savia nueva, rejuvenecida y activa que den testimonio de la Buena Noticia de Salvación.
Porque la Iglesia es el reflejo de Dios en la tierra, y no sólo el hombre, ni tampoco la mujer lo reflejan, sino ambos, porque Dios es la imagen semejante del hombre y la mujer.