Nuestra naturaleza es implícitamente egoísta. Sin embargo, el ser humano reconoce ese egoísmo como algo que no está bien y que de alguna forma le puede y le esclaviza. Todos, en principio, rechazamos al egoísta aunque reconocemos que nos puede y nos somete.
Tratar, pues, de liberarnos de él supone un combate, una lucha interior que difícilmente podemos sostener cada día. Porque, la lucha no tiene tregua, es constante y permanente, y, dependerá de cómo y con quien te enfrentas a ella.
Puedes hacerlo solo, y eso significa que has tomado el camino equivocado, el camino perdedor. Porque, el príncipe de este mundo - demonio - te vencerá con total seguridad. Sin embargo, si tu camino va unido a Cristo e injertado en su Cruz, aunque aparentemente parezca que te has equivocado y perdido, vencerás, porque darás frutos, verdaderos frutos de amor. Ten siempre presente que Cristo y tú serán mayoría aplastante.
Pidamos, pues, permanecer unido en nuestro camino al Señor Jesús y, abrazado a su Cruz, encontrar la fuerza y fortaleza para superar la adversidad y obstáculos de cada día para salir victoriosos al encuentro de nuestro Padre Dios. Amén.