Sería bueno mirarnos y sacar nuestras propias conclusiones respecto a la necesidad que tenemos de encontrarnos con el Señor. Sabemos que en el camino vamos a tener a ese demonio que nos va a dificultar la tarea y a tratar de confundirnos despertando nuestras propias pasiones concupiscentes y ambiciones de riqueza y poder. No lo vamos a tener fácil. Sin embargo, Jesús viene a salvarnos y a poner remedio a esas tentaciones que nos amenazan con alejarnos de Él.
Debemos tener muy claro que, solos estamos vencidos. ¿Para qué la venida de Jesús si fuésemos capaces de vencer al demonio nosotros solos? Esta, pues, claro, que necesitamos la asistencia y la ayuda constantemente del Señor. Y, para eso está nuestro Señor Jesús. Ha venido para ayudarnos y sacarnos del peligro. Con su ayuda seremos invencibles. Pero, para eso no podemos apartarnos de su presencia. Y estamos con Él estando también con los demás, en cualquier lugar del mundo. Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, incluso unidos en el Espíritu de Dios, allí se hace presente Jesús - Mt 18, 20. -.
Pidamos al Señor que despierte en nosotros esa necesidad de estar con Él y de buscar espacios de oración para relacionarnos de una manera personal e intensa más directamente y en silencio. Pidamos fortaleza y sabiduría para saber pedir las cosas que necesitamos, principalmente las que nos ayudan a cumplir su Voluntad. Y, finalmente, pidamos para que sepamos amar. Amar como el mismo Jesús, con su Vida y sus Obras, nos ha enseñado. Amén.