No quiero quedarme en la simple curiosidad. Curiosidad que al verte en los pobres, en los excluidos, en los marginados, encarcelados, explotados, indefensos, sometidos y en el silencio de los que no tienen voz ni voto, pierde toda su fuerza porque me pareces débil y pobre. ¿Quizás espero un Dios fuerte, poderoso e invencible?
Herodes, que sintió curiosidad por verte, se desinflo cuanto te vio y te interrogó. Posiblemente espera un profeta con poder y fuerte. Y Tú, Señor, viendo su necedad permaneciste en silencio. No permitas que yo me quede desilusionado o desencantado ante tu pobreza y humildad. No permitas que en los pobres me aparte de Ti porque no encuentre lo que mi carne pecadora le apetece.
Dame, Señor, la paciencia y la sabiduría de saber que eres Tú, el Señor de Abrahán, de Isaac y de Moisés, que liberó a su pueblo de Egipto y que en su Hijo Jesús nos liberas y nos salva también a nosotros. Líbéranos de todas las tentaciones de poder y de fuerza y danos un corazón humilde y pobre para soportar todas las pruebas que nos amenacen con alejarnos de ti.
Y mantén, Señor, la llama que nos aliente y nos sostenga siempre vivos y peregrinos en actitud caminante junto a Ti durante el trayecto de nuestra vida hasta alcanzar la meta que empezó en Ti y termina en Ti. Amén.