No puedes ir por otro camino. Y es que muchos de nosotros nos agarramos al cumplimiento, a las normas, a las leyes y hasta las obras, pero todas, si no van bañadas por amor de nada valen. Con eso no estamos diciendo que las normas, las leyes y el cumplimiento no sean necesarios, pero, sin amor quedan sin efecto. Porque, lo que nos salva a todos nosotros es el amor.
No nos salvamos por nuestros méritos ni por nuestras obras. Por muchas que tengamos no darían para salvarnos. Entonces, ¿qué nos salva? Pues, lo dicho, nos salva el Amor y la Misericordia de Dios. Por tanto, también nosotros tenemos que vivir ese amor y misericordia con nuestro prójimo. El Padrenuestro que Jesús nos enseñó marca muy bien el camino que tenemos que recorrer para llegar a alcanzar la Misericordia de Dios.
Para ser perdonados tenemos también nosotros que perdonar. Y eso nos exige amar y ser misericordioso. Volvemos, pues, al mismo lugar. Necesitamos al Señor para en Él poder hacernos fuertes y vencer nuestras limitaciones, egoísmos y pecados. Y aprovechamos este espacio para, unidos a otros hermanos en la fe que quieran unirse, elevar nuestra oración al Señor y pedirle que nos dé esa sabiduría del cielo para superar todos los obstáculos que nos impidan amar y ser misericordiosos.
Porque, desde ahí es donde podemos convertir todas nuestras obras y cumplimientos en verdaderos tesoros que nos sirvan para acumular en el cielo méritos, por decirlo de alguna manera, para merecer, aunque nos es dada gratuita, la Misericordia de Dios.
Digamoslo de otra manera, el Señor nos da, gratuitamente, la oportunidad de alcanzar su Misericordia si somos capaces de, doloridos y arrepentidos de nuestros pecados, y reconociendo nuestra pequeñez, nos entregamos y abandonamos en sus Manos. Por el contrario, si no lo hacemos así y le rechazamos, tenemos poder de elección para decidir, sufriremos nuestra necedad y nos condenaremos.
Por eso, Señor, te pedimos sabiduría y fortaleza para saber discernir y elegir bien y superar todas las adversidades que salen al paso en nuestro camino hacia Ti. Amén.