Lo sabes tú y también todos los demás. En ese "los demás" quiero significar todo el mundo, porque, nadie quiere sufrir y es de sentido común que eso sea así. Pero, cuando tratas de vivir en la verdad todo se vuelve más complicado y duro. La verdad duele y exige esfuerzo y renuncia para aceptarla y vivirla. Y es en ese momento cuando llega la cruz.
La cruz de tu vida nace cuando caminas án la verdad y vives en la justicia. Es la mentira la que te amenaza y te exige el martirio. Pero, un martirio que, sustentado en la verdad resume gozo y felicidad. Hoy, desde ese pesebre, pobre y humilde, nace la fuerza que nos sostiene y nos anima a vivir en la verdad y el amor. Y, sobre todo, a entregarnos amorosamente y misericordiosamente, asistidos por la fuerza del Espíritu Santo a la tarea de cargar con la cruz de cada día.
Por todo ello, conscientes de las dificultades, de las luchas de cada día y de las tentaciones que nos amenazan constantemente en el devenir de nuestro camino, descansamos nuestro ánimo y nuestra voluntad en la fortaleza del Espíritu Santo, confiados en las Palabras de nuestro Señor Jesús: «Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Más cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará».