Terrible amenaza: «Si no os convertís, todos pereceréis».
Esta higuera lleva tres años sin dar frutos, pues bien ¡vamo a arrancarla!
Afortunadamente, la higuera tiene un defensor: vamos a abonarla
y labrar la tierra para darle una nueva oportunidad.
Es hora de preguntarse, en el corazón de la Cuaresma, si de
verdad hemo decidido dejarnos convertir.
Dios, Tú que eres paciente y lento para enfadarte,
conoces mis resistencias. Si «muero», no será,
será porque he cerrado las puetas a la fuente
de la Vida que emana de Ti. Abóname en
abundancia con tu Gracia para que
puedavivir y dar fruto.
tercer domingo de Cuaresma
28 de febrero de 2016
Parroquia de San Gines Obispo - Arrecife