En muchos momentos de tu vida te planteas desobedecer lo que te mandan. Y, te lo planteas, porque pones en duda la credibilidad de quien te lo manda. Está sujeto a error como tú y puede equivocarse. Pero, no ocurre eso cuando el mandato viene del Señor. Él es la Verdad Absoluta y, siempre busca tu bien, aunque a ti y a mí nos parezca que se equivoca o que nuestro plan es mejor.
Esa es la diferencia. El hombre, por muy listo que sea, se equivoca, pero, Dios, es infalible y nunca se equivoca. Por eso, nuestra fidelidad y obediencia debe siempre ser total y plena. Y reconocemos que así no sucede, somos imperfectos y desobedecemos priorizando nuestros planes antes que los de Dios. Y eso lo descubrimos en nuestras propias oraciones. Sucede que rezamos sin darnos cuenta muchas veces de lo que decimos.
En la oración del Padrenuestro nos dirigimos a nuestro Padre, pero Padre para según qué, porque cuando nuestra voluntad no coincide con la de Él, le desobedecemos al priorizar la nuestra. Sin embargo, continuamos mintiendo cuando decimos "hágase tu Voluntad en el cielo y la tierra". Es cierto que los planes de Dios están por encima de los nuestros y no coincidimos con Él, pero, ¿nos damos cuenta que los planes de Dios son los que nos conviene y los mejores para nosotros? Al parecer no es así, pues priorizamos siempre los nuestros.
Por eso, la figura de san José nos puede ayudar a ver como por encima de nuestras voluntades está siempre la de nuestro Padre Dios. Y es esa Voluntad la que nos conviene obedecer y realizar. Pidamos esa sabiduría y fortaleza para poner siempre por delante y en primer lugar de nuestra vida la Voluntad de Dios. Amén.